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Cuenta una leyenda... Que un día no muy lejano en el pasado, Huggin y Munnin, los dos cuervos que son la Sabiduría y el Pensamiento de Odín, el Padre de Todos, le revelaron la existencia de una nueva forma de comunicación en el mundo de los hombres. Internet, le dijeron que se llamaba. Le contaron que había revolucionado todas las facetas de la vida humana, que había abierto la cultura y la información a la humanidad entera de un modo que sólo había soñado quizás Guttenberg.

Todo esto contaron las aves al señor de Asgard, y éste quedó preocupado y meditabundo. ¿Era una amenaza el nuevo invento de aquellos a los que crearon los hijos de Bor en el comienzo de los tiempos? ¿Podía ser aquélla la señal de la llegada del Ragnarock, junto a la energía atómica y la expansión del hombre hacia las estrellas, asuntos que también le preocuparon en su momento? Intranquilo aunque nunca lo reconocería, ni siquiera para si mismo, ordenó llamar al favorito entre los Aesir, Heimdall, dios de la luz y guardián de Bifrost, llamado El Que Todo Lo Ve, y le confió la misión de observar detenidamente la evolución de la llamada Red de Redes, de aprender todo lo que pudiera sobre ella y aconsejarle sobre si era o no una amenaza tanto para los dioses como para los propios hombres. Así que Heimdall tuvo que abandonar su puesto en el Arco Iris, abandonar la tierra de los dioses y las delicias que en ella había, algo que nunca antes había hecho, y encaminarse hacia Midgard para convivir con los mortales como uno más. De eso, si las crónicas son exactas, hace treinta y cuatro años, media vida para un ser humano, un suspiro para los dioses.

Y cuenta la leyenda que Heimdall ha aprendido a amar a los nietos de Bor, a los que antes sólo observaba de lejos y en medio de la frialdad de Bifrost, que se ha encariñado con ellos hasta límites que no se esperaba el propio Odín, y en parte gracias a Internet y a las maravillas que en ella ha contemplado, maravillas que quizás, sólo quizás, nada más puede superar el Walhalla. Cuenta la leyenda que ha visto lo mejor y lo peor de la humanidad, y que con todo lo bueno y todo lo malo ya no lo cambiaria por el propio Reino Brillante. Y Odín está desolado, porque uno de sus hijos predilectos le ha abandonado.